La persona más influyente de mi vida fue mi abuela. Nació bajo el imperio alemán, vio dos guerras mundiales, la llegada a la luna y Microsoft 95. Fue a Dresde para llevar a su hija a casa del “Landverschickung” durante la guerra y obligó a la directora a devolverla.

Fue a Dresde a llevarse a su hija de la “Landverschickung” durante la guerra y obligó a la directora a devolvérsela. Luego la llevó a casa (a la hija, no a la directora) atravesando media Alemania y todo el caos del destruido sistema ferroviario. Dresde fue bombardeada la noche siguiente, mi madre no habría sobrevivido.

Mi abuela me enseñó a juzgar a todo el mundo por lo que HACE, no por lo que dice.
Cuando mi hermano se hizo amigo de un soldado estadounidense, ella le llevaba del brazo con orgullo. Una diminuta dama de pelo gris con su enorme “cita” americana negra. (Chuck medía casi 2 m, mi abuela apenas 1,60 m.) A ella no le importaba el color de tu piel, tus ingresos, tu estatus o tu educación.

Le importaba si eras una buena persona.

Oma siempre decía: “Dale a un hombre un uniforme y verás su carácter”. Comprobé que era cierto cuando vi cómo los altos políticos, los primeros ministros y los ricos trataban al “personal de servicio” que les rodeaba. (Detectas a los farsantes, ya que carecen de la autoestima necesaria para tratar bien a todo el mundo).

Mi abuela no aceptaba gilipolleces. La recuerdo echando a los testigos de Jehová de nuestra puerta con una escoba.

Llevaba una vida dura y creía en la acción, no en las evasivas. Nunca se quejaba y la única vez que hizo un chiste en toda mi infancia me dejó pasmado.

Mi abuela formó mi sistema de valores sin darme nunca consejos concretos. Nació en 1901, se llamaba Elisabeth y le pusimos su nombre a nuestra hija.

Espero que sea tan fuerte como su bisabuela.

(Traducido por deepl)

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